Luciano De Cecco, actual capitán de la selección argentina mayor, sale del vestuario. Se acerca despacio, me saluda y me dice: “¿Vamos?”. Un pibe humilde, que saluda siempre respetuosamente y hoy tiene el sueño de llevar el vóley nacional a lo más alto en su segundo Juego Olímpico. Él es el armador del equipo que conduce Julio Velasco, pero nos cuenta que no siempre le gustó este deporte y mucho menos el puesto que tiene. Viene de tener una buena temporada en Italia, en Perugia, dónde disputó la final del campeonato pero no pudo alzarse con el título. Cachete, siempre crítico consigo mismo, recalca la importancia del equipo sobre la individualidad. Dueño de unos dedos mágicos y de una personalidad acorde a su ambición, el armador oriundo de Santa Fe, nos cuenta todo: sus inicios, su carrera y los objetivos para Río.
- ¿Por qué el vóley? Sabiendo que tenías todos los números para jugar al básquet (su padre era entrenador de ese deporte). - En el año 2003, yo jugaba al básquet en Rafaela, en nivel A. Para ese tiempo sucedió la gran inundación en Santa Fe, dónde el 80% de la ciudad quedó bajo el agua. Recuerdo esa famosa imagen que se ven las canchas de Unión y Colón con el agua por encima de los arcos de fútbol. Entonces me quise volver para estar con mi familia, cerca de los míos. Eso fue difícil porque habían cortado las rutas para drenar el agua. Después se complicó el tema del pase interfederativo, Rafaela quería que volviera pero yo no podía, entonces empecé con vóley, que ya entrenaba de vez en cuando, por lo menos hasta que se solucionara el tema de la inundación. Y seguí, fui a un Torneo Argentino sub 16 en Río Negro y ahí me vieron de Bolívar, que estaban haciendo captación de talentos y ellos me llevaron para hacer una prueba. - ¿Quién te puso de armador y en qué momento? - Cuando estaba en Gimnasia y Esgrima de Santa Fe (andaba siempre por ahí) me ponían a jugar de todo con todos: con chicos, grandes, lo que sea. Y un día, el armador de la Primera no estaba y jugaban a las 20 hs. Justo se daba la casualidad de que mi mamá ese día, los jueves, me pasaba a buscar más tarde, después de las 21:30 hs. Entonces me dijeron: “Che falta uno, vení, ponete a jugar con nosotros”. Me pusieron de armador y desde ahí todos empezaron: “Tenes lindos dedos, tenes que ser armador” y yo decía: “No, dejate de hinchar, a mí no me gusta. Quiero atacar, no me interesa armar”. Pero me fueron convenciendo, me iban metiendo de a poco y me fue gustando. En las categorías menores jugaba de todo y en las más grandes, de armador. - ¿Y cuándo le encontraste el gusto al puesto? Porque sos partícipe del ataque, pero no el atacante. - Ahora de grande, hace poco, 3 o 4 años. Le encontré el jugo para disfrutar más de lo normal, de sentirme bien conmigo mismo. Cuando uno de mis compañeros hace el punto, también yo siento que lo hice. Antes era muy perfeccionista desde lo individual y me perdía de degustar el juego. Ahora de grande (como si lo fuera, tiene 28 años nada más), comprendí que la perfección no existe y después de haberlo hablado con mi mamá y con mi psicólogo, aprendí a disfrutar del punto a punto y no sólo del resultado. De esa manera me gusta vivir el día a día del entrenamiento y disfruto muchísimo más del vóley que antes. - En cuanto a las estadísticas, sabiendo que tu puesto es más subjetivo que numérico: ¿las mirás después de cada partido? ¿Qué importancia le das? - Sinceramente tengo 2 estadísticas pegadas en un cuadro en mi casa. 1- De Rusia, que hice un montón de puntos de saque. 2- De la World League 2011 (Luciano en esa Liga Mundial fue elegido el mejor armador), que hice un montón de puntos de bloqueo. Mi mamá me las guardó subrayadas con ese verde fluorescente de marcar los apuntes (se ríe). No, en serio, yo no miro las estadísticas, me doy cuenta si jugué bien o mal, si mis atacantes anduvieron bien o no. También me doy cuenta si mis elecciones fueron acertadas. Sé distinguir cuando en el cierre de set me equivoco y perdemos o cuando perdemos porque los rivales fueron mejores. Creo que el vóley moderno se ha vuelto muy numérico, sobretodo. Entonces se pierde la sensación del jugador y para el armador es muy importante el feeling con los demás y saber en qué momento jugar con tal o tal otro. En conclusión, creo que los números son importantes pero no para mi puesto. Sí para el juego del equipo, para un estudio profundo de los fundamentos. Por ejemplo a fin de temporada siempre se hace una revisión general y se sabe que se rotó a tal porcentaje. Y eso sirve para saber en qué tenes que mejorar. Pero después en el día a día, no me muero por ver los números, apunto más a ver quién está mejor de mis atacantes y cómo estoy yo para hacerlos jugar. - ¿Qué entrenador (o entrenadores) te marcó? - Primero quiero decir que todos los entrenadores que he tenido me han dado algo. Algunos más, otros menos. Creo que cuando uno es chico es difícil que los entrenadores te den mucho, porque al final todo es puramente amateur y diversión. De grande uno se siente más marcado porque valoriza otras cosas. El primer DT de selección que tuve fue Fabián Muraco, en menores. Los de selección te marcan de chiquito y todos los que tuve me han dejado algo. Desde John Uriarte, Juan Manuel Cichello, Julio (Velasco) que está ahora, Javier Weber, etcétera, hasta los asistentes Julián Álvarez, Alejandro Grossi, Hernán Ferraro. Todos te transmiten sus experiencias, ya sea porque han sido jugadores o han estado siempre cerca del vóley. Con respecto a Julio, es un orgullo tenerlo como entrenador, es reconocido mundialmente y es el elegido por todo voleibolista sea la generación que sea. Todo el mundo nos pregunta qué se siente tenerlo como DT y nosotros contestamos: “Nada, lo vemos todos los días” pero obviamente que te marca. - ¿La manera de jugar siempre es consensuada con el técnico o intentas imponer tu estilo? - El tema de imponer mi modo de jugar, he aprendido también con el tiempo que hay que imponer con quién se puede y tratar de hacer feliz al que es jodido (se ríe y me hace una mirada cómplice). Igualmente siempre hay una etapa de mediación. Mi trabajo es hacer que los atacantes estén cómodos, hay veces que se puede y veces que no. He tenido momentos de selección en dónde priorizábamos el juego rápido para sorprender porque éramos un equipo bajo y ahora seguimos con la misma línea pero, sin olvidarnos de la prolijidad que implica mi función. - Volviendo a los inicios: ¿Cómo fue ese primer encuentro con la selección? Y ¿cómo fue la transición de las selecciones de inferiores a mayores? - En 2004, mi primer año en Bolívar, me convocó Muraco para la selección menor. En esa concentración éramos miles (se ríe al recordarlo) y fui quedando pero, en el último corte para el Sudamericano quedé afuera. Al año siguiente volví para la preparación para el Mundial y quedé. A la selección mayor entré en el 2006, con 17 años y el salto fue enorme, imagínate que pasé de jugar con “Panchito” Aschemacher y Rodrigo Quiroga a Spajic, Milinkovic, Meana, Giani… y no fue cualquier cosa. Al principio no te dicen nada porque sos chiquito y vos jugas y la responsabilidad cae sobre ellos, entonces por un lado es más “fácil” y por otro te genera mucha incertidumbre porque no sabes cómo te van a tratar, cómo tratarlos vos a ellos. De aquello pasaron poco más de 10 años y ahora cuando vienen los más chicos también sienten esa diferencia entre las inferiores y mayores. - ¿Las cosas con la selección se te fueron dando o te las propusiste desde un principio? - La selección tiene eso de que no le podes decir que no. O sea, cualquier jugador de cualquier deporte tiene el sueño de vestir la celeste y blanca. Claro que en algunos deportes es más difícil por la cantidad de jugadores que hay, pero en el vóley no es así, somos pocos y casi siempre los que estamos somos los mismos. Si nos ponemos a pensar hay 7 u 8 que hace rato que estamos, han pasado técnicos y generaciones pero seguimos estando. Es difícil mantenerse e ir a los clubes, volver y estar siempre al máximo porque los resultados no siempre son buenos. Hemos tenido años muy negativos y desesperantes y sin embargo nosotros siempre volvemos, intentamos dar nuestro aporte a la selección. Puede ser que me retire y no hayamos ganado nada pero siempre que tenga la posibilidad, me dé el físico y tengas ganas, la selección va a ser mi prioridad. - ¿Cuál fue la experiencia más linda que tuviste con la selección? - (Piensa un ratito, buscando en la memoria) Ganar los Juegos Panamericanos por sobre todas las cosas, fue la primera medalla importante que ganamos con la selección. Otro logro lindo fue haber clasificado a las finales de la World League 2011 por mérito propio, sin organizar el Final Six. (Lo interrumpo para recordarle que salió mejor armador del torneo y él se ríe nerviosamente incomodándose) Llegamos a esa instancia porque estábamos jugando bien, hicimos el impacto mundial por rápidos y precisos, éramos chicos, bajitos y caras duras y de repente nos encontramos con los primeros puestos. Esos fueron los mejores momentos que he tenido con la selección. Por otro lado, tengo guardado en la memoria mi debut con mayores en 2006 en San Juan: jugamos contra el Brasil de Giba, Ricardinho, ese equipo multicampeón que volaba. - ¿Y la experiencia más rara? - Jugando para Monza en Italia (2007), fuimos a jugar un partido por la Copa de Europa a Finlandia y estuvimos en el confín con el Polo Norte, dónde en teoría está Papá Noel. Había una línea que cruzaba el medio de un patio que decía de un lado “Polo Norte” y del otro lado de la línea seguías estando en el continente europeo. Fue una experiencia increíble, hacía un frío… te imaginas que yo venía de un campito en Santa Fe y de un momento a otro me encontré con eso. Otra experiencia fue Rusia, dónde viví a -40° y tenía que hacer una rutina diaria para descongelar el auto antes de ir a entrenar. - ¿Cómo llevas esta nueva posición de referente de grupo y la designación de capitán? - Para mí ser capitán tiene poca relevancia porque soy parte de un grupo. No interesa ser importante o no. Obviamente que puedo ser referente porque hace muchos años que estoy en la selección, pero eso no quita que por tener una rayita en la camiseta me cambie la personalidad. Siempre traté de dar un buen ejemplo a los más chicos y ahora un poco más. Aparte los veo y me recuerdan a cuando empecé. Con ellos intento hacerles entender el grado de responsabilidad que deben tener. El salto al profesionalismo empieza desde el vestuario, desde el respeto mutuo. Creo que dando el ejemplo aprendemos todos, nadie es perfecto, todos hemos cometido y cometemos errores. Pero después, en la cancha, lo único que hago diferente a los demás es ir al sorteo. No es que tengo un trato diferente con el técnico ni con nadie, soy un jugador más. También tengo una personalidad amigable, me llevo bien con todos, entonces no tengo problema de hablar con el entrenador o el manager por alguna cuestión. Eso es algo que he hecho siempre, no sólo ahora porque soy el capitán. - ¿Cómo nació la acción de “Vóley solidario” y de qué se trata? - La idea nació con un grupo de amigos del vóley del club (por Gimnasia de Santa Fe habla), que siempre que vuelvo de afuera nos juntamos. Y un día, mirando fotos nuestras jugando juntos, dijimos “¿cuándo vamos a volver a juntarnos para jugar?”. Entonces salió la idea de hacer un vóley solidario, de hacer algo para la gente, sobre todo para aquellos que tienen problemas con las inundaciones. Por ahora lo he hecho sólo en Santa Fe, porque es dónde más peso tengo, pero tengo planeado hacerlo en otros lugares. Claro que no dispongo de tiempo para organizarlo, y la verdad que no quiero dejar a cargo a otra persona, porque me interesa hacerlo yo mismo. Igualmente no dejo de donar aunque no se haga el vóley solidario. También tengo proyectos de campus y clínicas de vóley pero por ahora mis tiempos están acortados y la verdad que prefiero pasar esos pocos ratos con mi familia. - ¿A quién tenes como referente o ídolo? - Como referente de deportista y persona tengo a Manu Ginóbili. Yo siempre con el básquet, la verdad es que al vóley no lo he seguido siempre. Cuando llegó el momento de ver, he mirado mucho a Ricardinho, a Hugo Conte… También he jugado contra Lloy Ball, que no lo conocía y fue el mejor de todos. Creo que todos los armadores estamos lejos de llegar a ser como él, tanto como líder y como jugador. Pero pienso que el tema del referente tiene que ver con cómo uno vive, y para mí es importante que el deportista que admire sea tanto por calidad técnica como también humana. - La obligada: ¿cómo están para los Juegos y qué objetivos tienen? - Nos preparamos fuerte, desde que llegamos de los clubes no sacamos el pie del acelerador. Tenemos la zona definida y es importante pero no imposible. Trataremos de posicionarnos de la mejor manera en la fase de grupos, para tener el cruce lo más alentador posible e intentar meternos en las semifinales. - Desde lo táctico, ¿alguna novedad? - No. Estamos tratando de insertar a los chicos nuevos en el sistema de juego. Algunas variantes se vieron en la World League y Julio verá la manera de que cualquier cambio que se pueda efectuar sea el más favorable. También es importante que los chicos que están en etapa de recuperación lo hagan para llegar, pero en todo caso se tiene recambio. Yo creo que el DT ya tiene más o menos definido cómo va a ser la lista, pero hasta último momento nos va a “tirar del cuerito”. - En cuanto a las sensaciones, ¿qué se siente estar en un Juego Olímpico? - En Londres 2012, todo nos sorprendía y disfrutábamos absolutamente de todo, desde las comidas hasta las caminatas por la villa o el camino al estadio. Personalmente lo disfruté al máximo: me saqué fotos con todos los que pude, pedí autógrafos e intercambié camisetas. Traté de dejar bien retratado el momento para no olvidármelo nunca más. Pero estos Juegos van a ser diferente, voy a ir más enfocado y por ahí lo voy a disfrutar menos en cuanto a lo no voleibolístico porque aparte la “historia”, me va resultar conocida y no me va a sorprender. A lo largo de la entrevista, Luciano ha dejado entrever algunas cuestiones de su personalidad. Como decíamos al principio, él privilegia el nosotros sobre el yo. Tampoco le gusta que lo halaguen demasiado porque se incomoda. Y también, siempre tuvo presente a sus seres queridos: mamá, papá, amigos. Esto nos habla de no sólo un excelente jugador, sino de una gran persona: ¿se estará él convirtiendo en uno de esos deportistas que él mismo admira?... Ojalá tengamos cachete para rato. Entrevistó: Antonela Curatola |
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