![]() Cuando hablamos de Alcides Márquez dentro del mundo del vóley es raro que alguien no lo conozca. Ni que hablar si tocamos el tema afectivo… ¡son todos elogios! Es que el señor de 93 años es carismático, sabio y humilde. Él es el dueño de la historia del vóley en el oeste de la capital federal. Alcides, además de ser un referente para el vóley en general, es toda una institución para las chicas que practican el deporte en Vélez, ¿por qué? Porque fue entrenador de todas las divisiones a fines de los años ’50, porque fue directivo y porque está presente en cuánto partido se juegue de la categoría que sea y dónde sea. Además de ir a verlas, guarda relación con muchas de ellas (N de R: algunas hasta le hemos llevado el boletín del colegio) y con los padres de cada una. Con la mentalidad de que a las jugadoras además de entrenar y jugar al vóley, les tiene que ir bien en la escuela, Alcides acompaña a todas las divisiones a sus respectivas Copas Argentinas, también lo hace con las Selecciones Metropolitanas y se lo nota realmente feliz cuando comparte momentos con grupos de jóvenes. En esta entrevista con VolleyAtack, Márquez habla de su incursión en el vóley, de la pasión que despierta la pelota en su vida, qué lo atrajo y qué lo sigue atrayendo. Con la cantidad de historias y anécdotas que tiene el señor, podríamos haber escrito un libro, pero por lo menos extrajimos algo de información y aquí se la comentamos a ustedes, nuestros queridos lectores: -¿Cuándo empieza su relación con el vóley? ¿Por qué lo eligió? -Cuando estaba en la secundaria y tenía 17 años, principios de los ’40, nos llevaron al club San Fernando a una muestra de distintos deportes. Había diferentes actividades: fútbol, básquet… pero entonces vimos una cancha con una red y a un par de compañeros y a mí nos llamó la atención, entonces nos quedamos observando. Después de un rato, el profesor nos llamó y nos dijo: “Vengan a jugar vóley”, nosotros no teníamos ni la más remota idea de qué era ese deporte. Nos encantó porque no era fácil, tenía (y tiene) muchas técnicas y personalmente me atrapó eso, me motivó que sea tan difícil. El vóley es ingrato: es el único deporte en el que una vez que la pelota se pone en juego no se puede agarrar ni puede picar. Entonces es muy dificultoso y extremadamente complejo de aprender y enseñar precisamente por eso, porque la pelota vuela (N de R: vóley quiere decir pelota que vuela). También me resultó interesante que uno corre contra el tanteador y no contra el reloj, eso quiere decir que es imposible especular. -¿Cuándo compite por primera vez? -Con esos dos chicos que fuimos los que nos entusiasmamos con el vóley jugamos el intercolegial de 1941 (uno de los primeros). Lo ganó el Instituto de Educación Física y a nosotros nos fue malísimamente mal. Entonces cuando me recibo de maestro decido que quiero jugar vóley junto con mis compañeros. Pero sucedía que se jugaba en muy poquitos lugares y era muy costoso para mi familia pagar una cuota social en algún club, no estábamos en condiciones de afrontar un gasto de ese tipo. Fue así cuando en el ’42 fundamos el club Plus Ultra que significa “más allá”. Nos prestaron un terreno en Liniers y nos armamos una cancha de tierra con vestuarios para poder jugar. Siempre digo que nos capacitamos en servicio porque lo poco que sabíamos de vóley lo enseñábamos y también jugábamos. Nos costaba mucho que la gente se acercara a ver y se interesara. Había muy pocos clubes que competían y nosotros fuimos convenciendo a los amigos del barrio para que vengan a jugar. A fin de año logramos que Romero Brest, el presidente de la Federación Argentina de Voleibol y Pelota al Cesto, nos afiliara para competir con la condición de que en 7 años lográramos estar en Primera. 5 años tardamos en conseguirlo. Llegamos a tener cerca de 200 jugadores entre varones y mujeres. Competíamos en todas las categorías de ambas ramas (eran 3: Novicios -una especie de escuelita-, Tercera y Segunda) pero luego de 15 años hubo que disolver el club porque nos compraron el terreno para edificar. -¿Cómo comenzó el vóley femenino en Plus Ultra? -Con el club hicimos una exhibición en APV (Ateneo Popular Versalles). Ahí había un grupo de chicas practicando gimnasia que se acercó a ver y nosotros las asociamos al club. Ese día conocí a María Elena Ucha, la mujer con la que me casé unos años después y sigue a mi lado desde entonces. Fue así como las chicas del barrio de Plus Ultra fueron interesándose en venir a jugar vóley. -¿Hasta qué año jugó usted? -En 1954 comienzan a jugarse los Torneos Argentinos tras la creación de la Confederación Argentina de Vóley en el ‘52 y la Federación Metropolitana. En el ’54 jugué con la Selección Metropolitana en Chaco y luego renuncié porque me estaba por casar. Yo me desempeñé como levantador, en ese momento sólo existían dos posiciones: levantadores y picadores. Jugábamos 3-3 (tres levantadores y tres picadores) y luego comenzó a utilizarse el sistema 4-2. Jugué hasta el ’56 cuando pasé a dedicarme exclusivamente a ser entrenador. -¿Cuándo comenzó a gustarle la conducción? -En el club no teníamos DT, entonces íbamos dirigiéndonos entre nosotros. Lo mismo hacíamos con la capitanía, rotábamos cada partido. Y como siempre fui un apasionado por este deporte, llevé el mando en muchas ocasiones. Era tan fanático que iba a los clubes aledaños a ofrecer exhibiciones, también hacíamos volantes para repartir explicando las reglas básicas del juego. Todo para que haya más clubes y jugadores para poder competir. En 1956 cuando ya estaba por cerrarse Plus Ultra, me ofrecieron ser DT en Náutico Hacoaj y acepté. Luego, en el ‘57 fui a Hebraica y en el ’58 volví a Náutico. En 1959 me llamaron de Vélez para dirigir todos los equipos y así lo hice hasta el ’61. Conduje tanto a mujeres como a caballeros. -¿Y su famoso y recordado GEBA femenino? -El año que terminé con Vélez lo hice porque me ofrecieron ir a Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires que era otro nivel: en Vélez practicábamos al aire libre, en cambio GEBA tenía un gimnasio. También en ese momento, Gimnasia tenía una posición importante dentro de los clubes de la capital. Trabajé 12 años como DT de toda la tira femenina y me fue muy bien, hasta llegamos a competir en un Sudamericano de Clubes en Lima, Perú. -¿Por qué el vóley femenino sobre el masculino? -Porque el vóley femenino es un espectáculo superior. La pelota va y viene más veces, es más estratégico y no es sólo una cuestión de ver quién le pega más fuerte como sucede con los varones. Las jugadas son más largas y en lo personal eso me atrae más que sólo ver saques a gran velocidad que si pasan la red son punto o un ataque que es indefendible. Igualmente considero que el vóley en general ha evolucionado enormemente desde la preparación física, ahora son verdaderos atletas. Te puedo asegurar que cualquier sub 15 de ahora le ganaba a mi equipo de Primera de Plus Ultra (se ríe). El vóley de antes era más técnico pero ahora es más atlético. -Volviendo al tema de la conducción, ¿qué es lo que le apasiona tanto? -La conducción de un grupo es clave. Y tanto me llamó siempre la atención que en los cursos de entrenadores que dictaba el Instituto del Deporte empecé a dictar la materia “conducción y administración de equipos”. Ésta es la parte humana del deporte: la relación con los deportistas, los padres, los dirigentes, los rivales, los otros técnicos. Hoy en día sigo mirando permanentemente qué es lo que hace cada entrenador con su equipo. Hay momentos en los que el DT tiene que hacer reaccionar al grupo porque está haciendo las cosas mal, pero también tiene que saber por dónde irle a cada jugador en particular. Y me fascina porque no hay receta para la conducción de un equipo, todos los grupos son distintos y cada persona es un mundo. También hay ciclos que se cumplen, a veces la relación jugadores/as-entrenador se desgasta. Además los jugadores le toman el tiempo al técnico, ya saben cómo resuelve cada situación. -¿Qué piensa de los cambios de reglamento que se fueron implementando desde que usted conoció el vóley hasta la actualidad? -Este deporte se diferenciaba mucho de los demás porque era extremadamente solidario. Al tener que rotar el equipo, todos debían saber hacer todo. En los otros deportes, al tronco lo dejaban de lado o le mandaban a hacer lo más fácil. Sí creo que el vóley de ahora es mucho más atractivo porque se agilizó y las jugadas son más vistosas por la velocidad. El tema del puntaje también hizo que el juego se aligerara y no durara 3 horas y media. La posición del líbero hizo que se premiara mucho más a aquellos jugadores/as que se revolcaban por el piso, antes eso era inusual. En el Mundial de 1960 se implementó el golpe de manos bajas para que no se interrumpiera tanto el juego. Al parecer la pelota de ese año tenía un defecto en la válvula y cada vez que una jugadora tocaba el balón era infracción ya sea por doble golpe o por retención. Lo que considero una regla absurda es que el saque que pica en la red y pasa sea premiado con un punto, ¡es una barbaridad! ¿Cómo un error puede ser punto? -¿Qué significa Vélez en su vida? -Mis padres me hicieron socio escolar de Vélez a los 10 años. En la ex cancha de la calle Basualdo, iba los fines de semana y me veía todos los partidos de las divisiones de fútbol. Me gusta mucho Vélez, no soy hincha fanático, pero le tengo aprecio. Aparte vi nacer el deporte que amo en ese club. Cuando se disolvió Plus Ultra, muchos de los jugadores se fueron a Vélez y luego yo asumí como DT. -¿Una anécdota cómica? -En los inicios del vóley en la capital se jugaba de pantalón largo. En los intercolegiales usábamos los shorts pero en los partidos oficiales de la Federación Argentina (ex Metropolitana) se jugaba de largo. Y cuando se impuso jugar de corto, muchos dejaron: ¡Fijate lo que era la época! A su vez, a mí me causaba gracia que un profesor de educación física del Mariano Acosta llamaba al vóley “el deporte de la red alta” por su relación con el tenis. Entonces sucedía que el público atraído del vóley era en su mayoría tenistas que jugaban de pantalón largo y cuando tuvieron que jugar de short dejaron. -La última: ¿Qué opina sobre la Selección Argentina? -No me gusta hacer críticas sobre cosas que no vi o desconozco. Yo no sé cómo trabaja la selección. Lo que sí me llama la atención es que siempre estén los mismos. ¿No hay más jugadores/as que esos? ¿Y por qué se tienen que ir todas al extranjero en lugar de defender la Liga Nacional para que cada vez sea más competitiva? Pero en fin, no me voy a meter en algo que desconozco, tendría que ir a ver el equipo, los entrenamientos. Sí entiendo que es muy difícil la conducción de un grupo, y más lo debe ser una selección Argentina. Al terminar la botella de agua saborizada que nos habíamos pedido, finalizamos la nota. Entonces me quedé pensando que ¡Cuánta historia tiene para brindar! ¡Qué poder de palabra! ¡Qué lucidez a los 93 años! y la idea de toda una vida con la pelota de vóley me quedó revoloteando en la cabeza: ¡Conoció hasta su esposa jugando al vóley! Es por eso que se me ocurrió cerrar esta nota con su frase de cabecera que tanto lo define a él: “La red que nos separa es la que más nos une”. Antonela Curatola |
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